miércoles, 20 de noviembre de 2013

Cuentos de Dragones



Dragones


Todo el mundo sabe lo que es un Dragón. Una criatura de gran tamaño, feroz y sanguinaria, que aparece en los cuentos y en las leyendas como figura complementaria y que sirve principalmente para resaltar el valor del caballero que se le enfrenta.

Es un personaje oscuro y misterioso, descrito sólo a grandes rasgos... poco más que un elemento del paisaje que aparece para mayor gloria del héroe. Pero el Dragón es algo más. Es un ser admirable, inteligente y culto, y tiene una vida y unas características interesantes, el margen de los escasos destellos que se perciben en los cuentos y en las leyendas.
Es un personaje oscuro y misterioso, descrito sólo a grandes rasgos... poco más que un elemento del paisaje que aparece para mayor gloria del héroe. Pero el Dragón es algo más. Es un ser admirable, inteligente y culto, y tiene una vida y unas características interesantes, el margen de los escasos destellos que se perciben en los cuentos y en las leyendas.

Tal vez, en el futuro, el hombre aprenda que con la muerte de una sola especie vegetal o animal pierde un bien insustituible, más preciado que todas las riquezas del mundo. Sólo con ese conocimiento, la Tierra podrá seguir siendo una gema azul y brillante en el universo, pues guarda en su seno el incalculable tesoro de la diversidad de las especies y el saber de mantenerlas vivas.

El Dragón es capaz de hablar su lengua natural en el latín, idioma cuyo conocimiento es innato en la especie dragonil, pero no le cuesta trabajo aprender a expresarse correctamente en el lenguaje de la región que habita.

Es amante de los espacios boscosos y del aire puro, es capaz de resistir la contaminación ambiental y los ruidos de la civilización. Existe como excepción. Existe una excepción en esa norma una raza de dragones llamados Draco flamula.

La luna del dragón    WILLIAM OSPINA
Hablábamos de los dones de la tiniebla.
De los amores muertos.
Cuando se perfiló sobre el Oeste
El oro espeso de la media luna.
"Mira: es la Luna del Dragón" —me dijiste.
Y los dos la miramos
Como si algo terrible pesara sobre el mundo.
El hemisferio gris parecía lleno
De hondos presentimientos.
No había una estrella sobre el mar en calma
De humaredas y torres.

Nadie dijo: "Es la luz que hace al Dragón visible". 
Nadie dijo: "Es la casa donde el Dragón habita".

Nadie dijo: "Es la luna que ampara a los dragones".
Miramos simplemente el cuerno rojo.
La sobrehumana forma que doblegaba al cielo.
Y pensamos acaso en los terrores
De la culpa y la fiebre.

"Sólo es la Luna del Dragón" —me dijiste. 
Pero algo negro ascendió de mi infancia
Y di gracias a Dios de no estar solo.

Seguimos en silencio
Mientras las nubes negras cercaban en la hondura
Aquel objeto de alta magia y belleza.
—"Tal vez el nombre viene de las baladas celtas".
—"Yo no sé por qué pesa y aflige como un sueño".

Era la Luna del Dragón, y nadie
Parecía comprenderlo.
Iban las multitudes, bulliciosas, urgentes,
Atentas sólo a su pequeño misterio,
Mientras sobre las hondas avenidas
Un oro atroz vertía su intemporal influjo,
Y algo terrible y bello batía sus alas rojas
Como un polvo impalpable sobre las tristes tierras.



Selección: Eduardo Milán y Ernesto Lumbreras


Eduardo y el dragón


Eduardo era el caballero más joven del reino. Aún era un niño, pero era tan valiente e inteligente, que sin haber llegado a luchar con ninguno, había derrotado a todos sus enemigos. Un día, mientras caminaba por las montañas, encontró una pequeña cueva, y al adentrarse en ella descubrió que era gigantesca, y que en su interior había un impresionante castillo, tan grande, que pensó que la montaña era de mentira, y sólo se trataba de un escondite para el castillo.
Al acercarse, Eduardo oyó algunas voces. Sin dudarlo, saltó los muros del castillo y se acercó al lugar del que procedían las voces.
-¿hay alguien ahí?- preguntó.
- ¡Socorro! ¡ayúdanos! -respondieron desde dentro-llevamos años encerrados aquí sirviendo al dragón del castillo.
¿Dragón?, pensó Eduardo, justo antes de que una enorme llamarada estuviera a punto de quemarle vivo. Entonces, Eduardo dio media vuelta muy tranquilamente, y dirigiéndose al terrible dragón que tenía enfrente, dijo:
- Está bien, dragón. Te perdono por lo que acabas de hacer. Seguro que no sabías que era yo
El dragón se quedó muy sorprendido con aquellas palabras. No esperaba que nadie se le opusiera, y menos con tanto descaro.
- ¡Prepárate para luchar, enano!, ¡me da igual quien seas! -- rugió el dragón.
- Espera un momento. Está claro que no sabes quién soy yo. ¡Soy el guardián de la Gran Espada de Cristal!.-siguió Eduardo, que antes de luchar era capaz de inventar cualquier cosa- Ya sabes que esta espada ha acabado con decenas de ogros y dragones, y que si la desenvaino volará directamente a tu cuello para darte muerte.
Al dragón no le sonaba tal espada, pero se asustó. No le gustaba nada aquello de que le pudieran cortar el cuello. Eduardo siguió hablando.
- De todos modos, quiero darte una oportunidad de luchar contra mí. Viajaremos al otro lado del mundo. Allí hay una montaña nevada, y sobre su cima, una gran torre. En lo alto de la torre, hay una jaula de oro donde un mago hizo esta espada, y allí la espada pierde todo su poder. Estaré allí, pero sólo esperaré durante 5 días
Y al decir eso, Eduardo levantó una nube de polvo y desapareció. El dragón pensó que había hecho magia, pero sólo se había escondido entre unos matorrales. Y el dragón, deseando luchar con aquel temible caballero, salío volando rápidamente hacia el otro lado del mundo, en un viaje que duraba más de un mes.
Cuando estuvo seguro de que el dragón estaba lejos, Eduardo salió de su escondite, entró al castillo y liberó a todos los allí encerrados. Algunos llevaban desaparecidos muchísimos años, y al regresar todos celebraron el gran ingenio de Eduardo.
¿Y el dragón? ¿Pues os podéis creer que en el otro lado del mundo era verdad que había una montaña nevada, con una gran torre en la cima, y en lo alto una jaula de oro? Pues sí, y el dragón se metió en la jaula y no pudo salir, y allí sigue, esperando que alguien ingenioso vaya a rescatarle...



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